Puede que ahora sea de otra forma, no lo
niego. Pero no tengo la culpa. No me gusta tirar piedras y que sean mis
cristales los que se rompan, ni me gusta intentar abrazar a alguien que sale
corriendo cuando me ve... Siempre he tenido ganas de susurrarte al oído todo lo
que me pasa cuando te veo, pero no me atrevo. Sí, ya vez, puedo estar
haciéndote reír durante horas y cuando se trata de mandar escalofríos me vuelvo
inútil.
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